¿Sabías que una llamada de 2 minutos puede sustituir a 5 correos? A pesar de que cada día enviamos y recibimos miles de correos, muchos de ellos no son eficaces debido a la falta de claridad de los textos. Las redundancias, a pesar de no entorpecer necesariamente la comunicación, tampoco ayuda en nada.
En el artículo de hoy, te voy a contar cómo evitar las redundancias en los textos comerciales, sean correos, textos webs, informes, memorándum y otros muchos documentos que (en teoría) deberían servirnos para entendernos entre nosotros.
Qué es una redundancia
En general “redundancia” hace alusión a todo aquello superfluo o repetitivo.
En redacción, la redundancia se caracteriza por presentar más de lo necesario para alcanzar los objetivos del texto, ya sea en descripciones demasiado largas, aclaraciones innecesarias o, lo que vulgarmente llamamos los redactores “paja”.
Si cuando lees un texto se sorprendes a ti mismo pensando “ya lo he entendido, ¡avanza!”, es muy probable que te encuentres delante de una redundancia.
Deberías evitar por, al menos, tres razones:
- Suelen interrumpir el flujo de tu texto, provocando que el lector se distraiga o se aburra.
- Ofrece un aspecto aficionado que, definitivamente, quieres evitar.
- Alarga el texto en exceso haciendo que muchos de tus lectores abandonen.
Tres tipos de redundancias y cómo evitarlas
Antes de empezar, me gustaría señalar que nada de lo que te voy a contar es la verdad absoluta ni lo pretendo.
Es posible que muchos de los ejemplos expuestos sean cuestión de estilo y generen discrepancias con el lector, por lo que te ruego que, en caso de que no compartas mi opinión, me lo hagas saber en los comentarios para generar un sano debate.
1. Exceso de descripción
El primer ejemplo de redundancia es familiar para cualquier lector.
Se presenta en aquellos textos con una cantidad innecesaria de descripciones, especialmente cuando estamos hablando de textos comerciales, no narrativos.
Es cierto que el límite entre “demasiado poco” o “demasiado” es bastante subjetivo, por lo que es probable que no compartas mi opinión, sobre todo si no compartes mi estilo de escritura.
Vamos a ver algunos ejemplos:
“El marketing de contenidos es una disciplina que se engloba dentro de otra más amplia, el marketing. Como si propio nombre indica, trata de todo aquello que las empresas generan, sean textos corporativos, artículos, ebooks, whitepapers, etc. Se trata de un aspecto concreto del marketing, centrado en todo aquello que una empresa publica, tanto en internet como fuera, y lo ejecutan personas relacionadas con el departamento de marketing de la empresa”.
¡Ya lo pillo! Los contenidos son un aspecto del marketing.
“Las redes sociales son medios de comunicación de masas donde los usuarios acuden a informarse o entretenerse. Puedes encontrar información de todo tipo, como noticias, publicaciones de periódicos, información relacionada con empresas y personas además de otro tipo de contenido únicamente destinado a entretener a los usuarios, como vídeos, gifs o chistes sobre un tema en particular”.
¿En serio? ¿No se puede decir lo mismo en dos líneas?
“Personalmente, no estoy de acuerdo con tu punto de vista, me hace sentir incómoda. Honestamente, es algo que no sé cómo manejar. Otras personas pueden pensar de forma diferentes, pero para mí, no es algo deseable. Es mi punto de vista y es normal que no todos lo compartan”.
Vale, ya lo tengo, estás expresando tu desacuerdo, me ha quedado claro.
Cómo evitar las redundancias en las descripciones
Intenta encontrar el equilibrio correcto entre proporcionar demasiada información o muy poca descripción haciéndote las siguientes preguntas:
- ¿Cómo responderá el lector? ¿Conseguiré atrapar su atención? ¿Se aburrirá o te frustrara por tener que leer palabras que no le aportan nada?
- ¿He proporcionado más información de la necesaria para transmitir la esencia de lo que deseo exponer? Si es así, ¿realmente necesito la información adicional?
Debo detenerme aquí un momento para hablar de un concepto que adoro: la economía del lenguaje. Me ha ayudado mucho como redactora para intentar decir lo mismo con el menor número posible de palabras.
Viene a expresar que los hablantes tienden a expresarse de forma hablada de la manera más corta posible, evitando trabajos extra (como la utilización de “mates” por “matemáticas”). ¿Por qué entonces sufrimos ataques de redunditis cuando toca sentarse a escribir?
2. Usar dos (o más) palabras/frases que tienen el mismo propósito
El segundo de los tipos de redundancia es menos fácil de detectar que el primero y quizás por eso, más común.
Se presenta en un texto cuando se utilizan dos o más palabras o frases que cumplen la misma función. El resultado es un texto torpe, lleno de vueltas sobre lo mismo, sin que aporte información nueva al lector.
Aquí tienes algunos ejemplos:
“Además, también tenemos que considerar el impacto de la crisis financiera en nuestro entorno”.
“Además” y “También” cumplen exactamente la misma función, la de añadir una circunstancia extra a lo anteriormente mencionado. Ergo, habemus redundancia.
“Sin embargo, hay que añadir que se negó a reconocer después que...”
Del mismo modo, “sin embargo” y “hay que añadir” ejecutan la misma función, añadir detalles. No es una redundancia muy clara, pero no se ajusta al principio de economía del lenguaje que he comentado con anterioridad.
“Sin embargo, los abogados sí llamaron a tres testigos independientes”.
Estamos ante el mismo tipo de redundancia que en el primer caso, “sin embargo” y “sí”, cumplen la misma función. Podría excusarse en este caso el “sí” si sirviera para dar énfasis a una contradicción entre esta frase y un argumento previo contrapuesto, como por ejemplo:
“Los primeros testigos aportados por la fiscalía pertenecía al mismo organismo. Sin embargo, los abogados sí llamaron a tres testigos independientes.”
Cómo evitar las redundancias con palabras que cumplen la misma función
Evitar esta segunda forma de redundancia requiere que pienses y escribas más despacio y con cuidado, resistiendo la necesidad de trabajar con prisas y desordenadamente.
Debes prestar más atención a lo que significan las palabras y la función que realizan.
Si tienes dificultades con este tipo de redundancia a la hora de redactar, el mejor consejo que puedo darte es que leas el texto al revés. Sí, has leído bien: lee de derecha a izquierda, pensado en el significado de cada palabra. Detectarás mejor aquellas que sobran.
Si tu redacción sufre de este segundo tipo de redundancia, hazte preguntas como:
- ¿Por qué pongo estas palabras (por ejemplo, “también”, “aunque”, “y”, “también”, “pero”, “sin embargo”, “también”) en esta parte particular de la frase? Si tuvieras que eliminar una de las palabras o reorganizar su ubicación, ¿la frase seguiría significando lo mismo?
- ¿Dos o más palabras o frases cumplen la misma función? Si es así, ¿hay alguna razón por la que no deberías eliminar una de ellas?
- ¿Qué, exactamente, estoy tratando de transmitir? ¿Esta palabra en particular realmente me ayuda? (Sugerencia: si no, deberías eliminarla).
3. Otras formas de redundancia: redundancia técnica, repetición no creativa, etc.
Como editora, los dos tipos de redundancias descritas son las más comunes que suelo encontrar.
Además, cuando hablamos de redacción de documentos técnicos, encuentro un par más de redundancias.
Redundancia técnica
Me estoy refiriendo a la presencia de palabras o frases completas en un contexto técnico. Como resultado, obtienes un texto saturado de elementos técnicos, como un exceso de referencias o tecnicismos.
Un ejemplo:
“Foucault (1977: 24) argumenta que los académicos deben” deshacerse de la ilusión de que la penalidad es sobre todo (si no exclusivamente) un medio para reducir el crimen “(Foucault, 1977: 24)”.
No es necesario incluir dos referencias para la misma cita: la primera referencia debe dejarse como está y eliminar la segunta o al revés.
Cómo evitar las redundancias en documentos técnicos
Es importante que te familiarices con las reglas para citar en los documentos, y que los apliques en tus textos.
Por si no lo sabías, hay varios sistemas para citar. No te voy a aburrir con una descripción exhaustiva de cada uno de ellos, tranqui. Solo unas breves referencias sobre los más utilizados en los países hispanohablantes:
- Normas APA: es el estilo de referencia más usado por los estudiantes.
- Estilo Harvard: es más utilizado en el campo de la economía. Existen variaciones porque no hay una guía de estilo oficial.
- Chicago. Es publicado por el The Chicago Manual of Style y se aplica, sobre todo, a las humanidades. Hay dos variantes: Chicago A y Chicago B.
Redundancia no creativa
La repetición no creativa genera más controversia porque, precisamente, no busca deliberadamente, crear un texto creativo al estilo de Gertrude Stein en “Rosa es una rosa es una rosa es una rosa”.
Es decir, se repite innecesariamente el mismo argumento básico sin contexto, información adicional, matiz, detalle o enfoque que ayude al lector a apreciar aún más el significado del argumento. El resultado es un texto monótono que da vueltas sobre sí mismo. Lo que hacen nuestros políticos (de todos los colores) cada día de la semana.
Veamos algún ejemplo enfocado a la redacción comercial:
“El producto X es simplemente magnífico. Alcanza los más altos estándares de calidad, desde los más básicos hasta los más amplios. Pasa todos los test de fiabilidad, seguridad y calidad a todos los niveles. Es, simplemente, magnífico”.
Además de no decir nada, el texto adolece de ese “defectillo” que tan poco me gusta, la exageración. No sé a ti, pero a mí, ningún producto me ha cambiado la vida, ni una fregona, ni un acelerador de partículas.
Si bien el párrafo ofrece sinónimos de la palabra calidad y repite continuamente la misma idea, no añade nada sustancial que permita al lector pasar de “vale, el producto mola, ¿qué más?”.
Que conste que soy la primera que repite varias veces la misma idea para asegurarme de que el lector se marcha con algo claro, pero obedece a otro principio: la lectura en F o escaneo.
Como excepciones a esta regla podemos incluir a los estudiantes que escriben trabajos extensos, donde cada capítulo debe alinearse con el proyecto global y demostrar la veracidad de los argumentos presentados.
Cómo evitar las redundancias no creativas
Si descubres que te repite constantemente, aquí tienes algunas preguntas que puedes hacerte para intentar que tus textos sean menos monótonos:
- ¿Cuántas veces he expuesto este punto? ¿Es realmente necesaria cada articulación? ¿Puedo eliminar una o más ideas sin afectar a la coherencia general? (Sigue el consejo de Hemingway: “escribe borracho, edita sobrio”).
- ¿Son las diversas reformulaciones de este argumento virtualmente idénticas? ¿Agregan nueva información/ideas o crean nuevas conexiones con otras partes del texto, ayudando así al lector a comprender mejor el matiz de mis afirmaciones?
- ¿Me estoy repitiendo por razones ilegítimas, como la necesidad de satisfacer los requisitos de límite de palabras o el deseo de evitar tener que pensar mucho sobre algunos de los problemas en cuestión? No te tortures, todos nos hemos sentido tentados a sembrar algo de “paja” para alcanzar el límite exigido de palabras.
Hasta aquí mis humildes consejos para evitar las redundancias al redactar un texto de cualquier tipo, pero especialmente si es comercial. Si quieres que comentemos los límites de lo que considero redundante, te espero en los comentarios.
Un artículo muy acertado. Gracias
¡Gracias Edgar!