Saber cómo hacer un buen storytelling puede marcar la diferencia entre una marca que pasa desapercibida y otra que se queda en la memoria. Aunque el storytelling es solo una parte dentro de una estrategia de contenidos más amplia, su impacto es tan fuerte que muchas veces es lo único que el público recuerda.
En este blog he hablado de storytelling muchas veces: explicando qué es y qué no es, desmontando clichés o analizando ejemplos de marcas que saben cómo construir un relato de marca que conecta. Pero hoy quiero ir un paso más allá.
Esta guía recoge los elementos esenciales de una historia que funciona, ya sea personal o empresarial. Verás ejemplos reales, errores frecuentes y algunas preguntas incómodas que conviene hacerse antes de lanzarse a contar “la historia de tu negocio”. Porque no todo vale. Y porque cuando lo haces bien, se nota.
Cómo hacer un buen storytelling es la clave para que tu estrategia de contenidos triunfe. Aunque es solo una pequeña parte de un proceso mucho más amplio, su rigor es determinante para el éxito de los contenidos.
Qué es y qué no es el storytelling de marca
Contar historias no es algo nuevo. Lo hacemos desde que aprendimos a comunicarnos. Pero cuando hablamos de storytelling de marca, no basta con tener una historia interesante: hay que contarla con intención. Y eso implica tener claro qué queremos transmitir, cómo y para quién.
Uno de los errores más frecuentes es confundir storytelling con relato corporativo en modo “autobombo”. O con una cronología de hitos sin alma. O con frases grandilocuentes que no dicen nada (“nuestra misión es cambiar el mundo con pasión y compromiso”). Nada de eso es storytelling.
Tampoco se trata de fingir. No necesitas inventarte un origen épico para tu negocio ni forzar emociones artificiales. A veces, lo más poderoso está en lo pequeño: un error, una duda, una conversación que lo cambió todo. Lo importante es que la historia transmita algo real y que encaje con tu discurso de marca.
Y aquí viene el reto: todas las historias empresariales se parecen. Casi todas nacen de un problema personal, una necesidad detectada o una oportunidad aprovechada. Pero eso no significa que no puedan contarse de forma única. La clave está en cómo las cuentas, qué eliges destacar y qué valores haces visibles.
Cómo aplicar el storytelling a tu negocio: claves narrativas
Ahora sí, después de haber visto algunos buenos ejemplos de cómo hacer un buen storytelling, paso a enumerar uno a uno los elementos que debes incluir en tu historia.
1/ Simple
Si eres asiduo de este blog habrás notado que la simplicidad es uno de mis argumentos favoritos. Las mejores cosas de la vida son simples; las mejores ideas, son simples y el mejor diseño, es muy simple.
También las mejores historias son simples: chico conoce chica, trabajador en apuros, conflicto moral o drama de época. Historias que son fáciles de entender porque están basadas en un lenguaje que conocemos: el de las experiencias humanas.
Si necesitas tiempo para entender la historia que estás creando para tu marca, párate y piensa cómo reducirla a su esencia más elemental.
Ganarás tiempo a la hora de transmitirla, además de ayudar a que sea más fácil recordarla.
2/ Emocional
¡Ojo! Emocional no significa sensiblera o facilona. Emocional significa que debe contener alguna emoción, como el dolor, el amor o el humor (¡a veces las tres!).
¿Cuál de estas emociones incluir? Si está bien construida, probablemente tu historia incluirá las tres.
Si reflexionas sobre tu propia vida o la de las personas que más cerca tienes, descubrirás que no hay acontecimientos en los que solo reine una sola emoción.
Por ejemplo, recuerdo una anécdota familiar en la que en un entierro (dramón), las hijas del finado (muchas y muy divertidas) terminaron riendo a carcajadas cuando una de ellas se sentó encima de una empanada por error.
3/ Verdadera
Seguro que tú aprecias mucho más aquellas historias reales que las que parten de la imaginación. La realidad se ha convertido en la era de las redes sociales en un imprescindible al que pocas marcas quieren renunciar.
¿Por qué? Porque lo real es posible, y contra eso, no hay imaginación que pueda.
No tiene por qué ser actual, puede ser una tradición o una historia acontecida hace muchos años.
4/ Creíble
Si no puede ser verdadera, al menos debe ser creíble. Porque todos hemos exclamado un “Anda ya, ¡eso es imposible!”, cuando el protagonista se ha salvado milagrosamente de un incendio o ha superado un poli traumatismo que ni Tom Cruise en sus mejores momentos.
5/ Válida
Como las mejores ideas de negocio, las historias deben ser escalables, es decir, deben funcionar persona a persona o para millones de ellas.
Ejemplos de storytelling que funcionan
Para entender cómo hacer un buen storytelling no basta con la teoría. Ver cómo lo aplican otras marcas (y personajes) ayuda a afinar el ojo y detectar qué funciona, por qué, y cómo puedes adaptarlo a tu propia estrategia narrativa.
Patagonia: un relato sostenible
Sin duda conoces la marca de ropa de aire libre Patagonia. Como otros muchos emprendedores, su fundador, Yvon Chouinard descubrió en su experiencia personal una idea de negocio.
Aficionado a la montaña, comenzó comercializando su propio diseño de equipamiento para escaladores, con pitones y cuerdas de todo tipo.
Después de lograr un gran éxito con esta gama de productos, descubrió que las prendas que se utilizaban para hacer deporte al aire libre eran bastante anodinas, de colores poco atractivos pero muy resistentes. En definitiva, eran muy duraderas, tanto que podías llevarlas durante años, ¡incluso décadas!
Para Patagonia, unas bermudas o una camiseta no son solo ropa con la que hacer deporte o disfrutar del aire libre. La ropa nos representa y acumula recuerdos como nuestro cerebro o nuestra piel.
Aunque Patagonia compite directamente por un territorio de contenido muy similar al de otras marcas como The North Face o Quicksilver, su acercamiento al público es muy distinto.
Para empezar, su target es adulto, aunque evidentemente apela a su lado más joven. Podríamos decir que es una marca para jóvenes de todas las edades que quieran disfrutar de un estilo de vida al aire libre.
Hasta aquí, nada diferente a lo que buscan las marcas de la competencia. Sin embargo, la adrenalina y la aventura no son las protagonistas de los contenidos de la marca, sino la paz y el contacto con la naturaleza.
Sin duda, un excelente ejemplo de cómo hacer un buen storytelling para una marca similar a sus competidores, pero única en su comunicación.
Ray Kroc y McDonald’s: cuando el storytelling no es bonito, pero engancha
En la película El Fundador, Ray Kroc no queda precisamente como un héroe. De hecho, su historia molesta. Pero ahí está su fuerza: es una historia con conflicto, con decisiones moralmente grises, y con una ambición desmedida que empuja la trama hacia adelante.
¿Funciona como storytelling? Sí. Porque no es plana, ni perfecta. Porque nos enfrenta a dilemas reales. Porque aunque no simpatices con el personaje, no puedes dejar de mirar.
En busca de la felicidad: conflicto, cambio y empatía
Este clásico de Will Smith ilustra como pocos el viaje del héroe. Cada escena es un nuevo obstáculo, cada obstáculo provoca una reacción, y cada reacción lo transforma un poco más. Eso es una historia con mayúsculas.
No es solo inspiradora, es humana. La lucha, el miedo, el agotamiento… todo se muestra con una naturalidad que conecta. Y aunque hay final feliz, el espectador se queda con el camino, no con la meta.
Errores comunes al crear historias de marca
Ahora que ya tienes una idea más clara de cómo hacer un buen storytelling, conviene repasar algunos errores frecuentes. No porque sean catastróficos, sino porque son muy comunes y suelen hacer que una historia pierda fuerza, credibilidad o sentido.
No mostrar conflicto
Una historia sin conflicto no es una historia. Puede ser una descripción, un logro, una anécdota… pero no un relato que enganche. Lo que atrapa es la tensión: ese momento en que algo cambia, se rompe o pone en duda lo que parecía estable.
¿Tu marca nació para resolver un problema? ¿Tuviste que pivotar? ¿Hubo dudas, errores, fracasos parciales? Cuéntalos. Eso humaniza tu historia y permite que otros se vean reflejados.
No generar identificación
Si tu historia es solo para ti, no va a conectar. Muchas marcas caen en la trampa del “mira qué buenos somos” o del “nuestra historia es única”… cuando en realidad nadie puede empatizar con eso.
Para que funcione, el lector tiene que poder verse en ella. Aunque no haya vivido exactamente lo mismo, debe reconocer emociones, decisiones o dilemas similares. Ese es el vínculo que convierte una historia en herramienta de comunicación.
Confundir anécdota con historia
Contar que un día se te ocurrió una idea genial mientras hablabas con un amigo puede ser un buen inicio… pero no es una historia por sí sola. Falta conflicto, falta tensión, falta transformación.
Una anécdota puede ser simpática o curiosa. Una historia te cambia. Cuando prepares el relato de tu marca, pregúntate: ¿esto tiene una evolución? ¿Hay un antes y un después? ¿El protagonista cambia o revela algo? Si no, quizás lo que tienes es una anécdota (y no pasa nada, solo hay que pulirla).
Conclusión: cómo diseñar una historia que conecte
Aprender cómo hacer un buen storytelling no es algo que se logre en una tarde. Requiere reflexión, práctica y muchas versiones borradas. Pero merece la pena: cuando cuentas bien tu historia, no solo comunicas mejor. Te entiendes mejor tú también.
Una buena historia no necesita épica. Necesita claridad, emoción, conflicto y un mensaje que sobreviva más allá del momento. No hace falta que tu marca sea famosa, ni que tengas una vida digna de serie de Netflix. Basta con que haya algo que contar, y que lo cuentes con intención.
Y si necesitas ayuda para dar forma a esa historia, aquí estoy. En Social Media Pymes llevamos más de una década ayudando a marcas a encontrar su voz (y a escribirla bien). Porque cuando sabes lo que quieres contar, todo lo demás fluye.
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