Aunque el blog de Social Media Pymes está enteramente dedicado a crear contenido, me ha parecido interesante redactar esta entrada dedicada a los que buscan un resumen rápido sobre cómo escribir bien un texto.
Una entrada que recopile los mejores consejos que he atesorado en estos más de 15 años dedicados a los contenidos y con más de 2.000 artículos (solo artículos), redactados.
¿Nos ponemos manos a la obra?
¿Qué significa realmente “escribir bien un texto”?
Escribir bien un texto no significa sonar culto, usar palabras raras ni construir frases que parezcan sacadas de un libro de derecho. Escribir bien es que quien lo lea entienda lo que quieres decir, sin tener que releer tres veces ni buscar el diccionario cada dos párrafos.
Un texto está bien escrito cuando:
- Transmite una idea con claridad.
- Sigue un hilo lógico (inicio, desarrollo y cierre).
- Suena natural (como si lo contaras en voz alta).
- No distrae con errores, frases largas o palabras rebuscadas.
Ojo, que no es lo mismo un texto claro que uno simplón. La claridad no está reñida con la profundidad. Puedes contar cosas complejas, pero tienes que ordenarlas bien, usar ejemplos, respirar entre ideas… y evitar escribir como si te estuvieras peleando con las subordinadas.
En resumen: escribir bien un texto es escribir con sentido común. Pensando más en quien lee que en tu ego de redactor. 😉
¿Por dónde empezar? De la idea al primer borrador
La parálisis por análisis es real. Quieres escribir bien un texto y te pasas media hora mirando el cursor parpadeando. Así que, antes de que el bloqueo del redactor te coma, lo mejor es darle forma a la idea.
Define qué quieres decir (y a quién)
¿Es un email? ¿Una entrada de blog? ¿Un informe? Según el formato del contenido, el tono cambia. Pero hay dos preguntas que debes hacerte si quieres empezar a escribir bien un texto:
- ¿Qué quiero que entienda (o haga) quien lo lea?
- ¿Quién es esa persona que va a leerme?
No es lo mismo escribir para un jefe que para un cliente potencial o para un lector que no sabe nada del tema. Ajustar el tono, los ejemplos o incluso el vocabulario depende de eso.
Estructura básica para no perderte
Una buena estructura es como un mapa. Te ayuda a ordenar las ideas y evita que el texto se convierta en un paseo sin rumbo.
Empieza por esta fórmula básica:
- Inicio: plantea el tema o el problema.
- Desarrollo: aporta ideas, soluciones, argumentos.
- Cierre: resume, lanza una pregunta o invita a hacer algo.
No te líes buscando la frase perfecta. Empieza con cualquier cosa, aunque suene mal.
Un borrador feo es mejor que una pantalla en blanco.
«Menos es más»: simplifica sin perder significado
Uno de los errores más comunes al escribir es pensar que cuanto más largo, mejor. NO. Un buen texto no es el que más dice, sino el que dice lo justo y lo dice bien.
¿Has leído alguna vez una frase de cuatro líneas que te deja igual que antes? Eso. Palabras de más, adjetivos por todas partes, construcciones que no llevan a ninguna parte…
Me gusta mucho el concepto de economía del lenguaje. El mejor ejemplo es esa fea costumbre de «niños y niñas», «cuidadanos y cuidadanas». Es redundante y totalmente inecesario en español.
Corta sin miedo (tu texto no se ofende)
Después de escribir el primer borrador, tu mejor amigo es el botón de borrar. Mira cada frase y pregúntate:
- ¿Esta idea aporta algo nuevo?
- ¿Se puede decir con menos palabras?
- ¿Estoy repitiendo lo mismo con distintas palabras?
Un truco muy útil: léelo en voz alta. Si te trabas o necesitas aire, es que hay algo que sobra o necesita dividirse.
Limpia palabras innecesarias
Algunas expresiones solo rellenan espacio:
- “Cabe destacar que…”
- “En la medida de lo posible…”
- “A modo de conclusión…”
No pasa nada por usarlas de vez en cuando, pero si puedes decir lo mismo sin rodeos, tu lector lo agradecerá. La claridad es un regalo.
Conectores y ritmo: el pegamento invisible de tus frases
Un buen texto no solo se entiende, también se siente fácil de leer. ¿Y qué hace que eso ocurra? En parte, el ritmo. Y para lograrlo, necesitas usar conectores que unan las ideas sin forzar.
Los conectores son como semáforos: le indican al lector cuándo girar, cuándo frenar y cuándo seguir recto. Sin ellos, el texto parece una serie de frases cortadas con tijera.
Conectores que funcionan (y no suenan a redacción de colegio)
Olvídate del clásico “por consiguiente”. Hay formas mucho más naturales de enlazar ideas:
- Para añadir: además, también, incluso, por si fuera poco…
- Para contrastar: sin embargo, en cambio, ahora bien, ojo…
- Para ordenar: primero, después, por último, mientras tanto…
- Para explicar: es decir, o sea, en otras palabras…
Usarlos bien no solo ayuda a escribir mejor. También da personalidad al texto y refleja tu tono de voz.
El ritmo también se escribe
Alterna frases cortas con otras un poco más largas. Cambia la estructura. Añade pausas con puntos, no te cases con las comas. Piensa en cómo lo contarías hablando. Así evitas que el lector se canse… o se duerma.
Y por favor, que el texto respire. Los párrafos eternos son el enemigo del ritmo.
Revisión: tu mejor aliada para que el texto se entienda
Escribir bien un texto no termina cuando pones el punto final. De hecho, ahí es cuando empieza la parte buena: la revisión. O como me gusta llamarla, la cirugía del texto.
¿Por qué es tan importante? Porque lo que tú escribes y lo que el lector entiende no siempre coinciden. La revisión sirve para cerrar esa brecha.
Mira tu texto con ojos nuevos
Un buen truco es dejarlo reposar. Aunque sea media hora. Vuelves, lo lees en voz alta y te darás cuenta de cosas que antes te parecían perfectas y ahora suenan raras.
Y luego hazte estas preguntas:
- ¿La idea principal se entiende desde el principio?
- ¿Hay frases innecesarias o palabras repetidas?
- ¿Cada párrafo tiene una función o hay relleno?
Revisa en capas, como las cebollas
No intentes corregir todo a la vez. Hazlo por fases:
- Primero, la estructura general: ¿tiene lógica?
- Luego, el contenido: ¿todo está bien explicado?
- Después, el estilo: ¿suena natural?
- Y al final, la ortografía y puntuación.
Es un proceso, sí. Pero si quieres escribir bien un texto, la revisión no es opcional.
Mini‑ejercicio práctico: pon a prueba tu texto
Si has llegado hasta aquí, ya tienes lo necesario para escribir bien un texto. Pero vamos a ponerlo a prueba. Solo necesitas 10 minutos y uno de tus últimos textos (un mail, un post, una presentación… lo que tengas a mano).
Paso 1: Léelo en voz alta. ¿Dónde te trabas? ¿Hay frases que suenan raras?
Paso 2: Subraya palabras que podrías simplificar. ¿Puedes decir lo mismo con menos?
Paso 3: Mira los conectores. ¿Hay saltos bruscos entre ideas? ¿Falta pegamento?
Paso 4: Pregunta: “¿Esto lo entendería alguien que no sabe nada del tema?”
Paso 5: Borra al menos una frase entera. Sí, una. Siempre hay algo que sobra.
Y si después de todo eso, el texto suena más claro, más directo y más tuyo… entonces, misión cumplida.
¿Y tú, cómo lo haces?
Escribir bien un texto no es cuestión de talento, es cuestión de práctica, criterio y revisar sin piedad. No necesitas sonar perfecto, solo necesitas que te entiendan. Y que no se aburran por el camino, claro.
¿Tienes algún truco que te funcione? ¿Eres del equipo “escribo del tirón” o “doy veinte vueltas antes de enviar”? Te leo en los comentarios. Seguro que entre todos sacamos buenas ideas para escribir mejor, sin drama y sin florituras.
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